Micaela, Paula y
"Pequita" no se conocen pero hay algo que, inevitablemente, las une:
las tres fueron abusadas sexualmente por un familiar desde que iban al
jardín de infantes. Las tres estuvieron hundidas en la oscuridad
y el silencio: gritaban, sin embargo, a través de sus dibujos. Hoy,
a pedido de Infobae, muestran públicamente los dibujos de su
infancia para despabilar a los adultos y terminar con un mito: los
chicos que están siendo abusados rara vez dibujan penes.
Los abusos sexuales comenzaron
cuando tenía 4 años. El abusador no era un extraño sino su padre biológico, a
quien hoy llama "mi progenitor". Ahora Micaela tiene 18 y en los
dibujos de su niñez y su adolescencia se ve con claridad: sólo hay uno
en el que dibujó genitales.
A la izquierda, su progenitor
desnudo, con sus anteojos y el detalle de una marca en forma de hueso que tiene
en el pecho. A la derecha, un dibujo que hizo a los 13 años en donde muestra la
“doble cara” de él: “El mejor padre frente los demás y todo lo contrario
estando a solas”, cuenta a Infobae.
La psicóloga María Cecilia
López, autora del libro "Los dibujos en el abuso sexual infantil", lo
explica: "Se cree que en un dibujo siempre tiene que haber un pene
para que sea un indicador de abuso sexual infantil, o un adulto teniendo
relaciones sexuales con un niño. Esto es un gran mito. Por lo
general, en vez de hacer dibujos explícitos, los chicos emiten mensajes
simbólicos o metafóricos, qué son más sutiles y hay que saber
interpretar".
En vez de dibujar penes,
"borran o tachan la parte genital en la figura humana. A veces
también hacen la zona de los pantalones muy grande y desproporcionada, no sólo
en figuras humanas sino también en animalitos", explica la experta, que
trabaja con niñas, niños y adolescentes desde hace 25 años.
Los dibujos de
"Pequita", muestran lo que López describe. Su mamá se los llevó a una
psicóloga luego de que su hija, de 4 años y medio, le dijera:
"Papá me hace pis en la boca": su modo de hablar de una
eyaculación.
La mamá de Pequita y la
psicóloga le preguntaron qué había dibujado y anotaron al lado las respuestas
de la nena. Pequita llamaba “cola” a los genitales del padre y también “colita”
a su vagina y a su ano. “Papá me toca la colita”, le dijo a su mamá. El
padre fue sobreseído.
También Paula, que hoy
tiene 19 años, dibujaba genitales desproporcionados. Ella, que
fue abusada sexualmente por su padre adoptivo desde la infancia, conservó
cuatro dibujos que hizo cuando tenía 9 años. Acerca del siguiente,
explica: "Papá me buscaba para lastimarme y yo me escondía debajo de
la cama para que no me encuentre. Las personas de afuera nunca se daban cuenta,
eran muy felices".
Manifestar que el resto no ve
lo que está pasando dentro de la casa es otra característica frecuente en los
dibujos. En este otro, Paula, explica: "Después de que me lastimaba, me
iba a cortar y luego a ducharme, las personas que me rodean no ven nada de lo
que pasa". Es tan evidente que, en este caso, tienen los ojos
tapados.
López, que ha ganado juicios
usando los dibujos como pruebas, advierte: "Hay un riesgo cuando son
demasiado explícitos: la Justicia puede interpretar que fueron hechos de
forma co-construida, es decir, que alguien le enseñó a la niña o al niño a
hacerlos, o que los copió de algún lado". Los dibujos más explícitos suelen aparecer
en el contexto de una terapia o en colegio porque son "pedidos de
auxilio a gente ajena a la familia".
También es importante prestar atención a los dibujos que, a
primera vista, no dicen nada: "Los mamarrachos, por ejemplo", explica
López. "Hay mamarrachos hechos con brillantina y colores, que son
expresiones de emociones felices y pacíficas y otros que traducen emociones de
angustia, de nervios. Es importante no desestimarlos y aprovechar para
preguntarles qué les está pasando, porque ellos no hablan porque tienen
miedo al castigo y es ahí que se forma el pacto de silencio con el
abusador".
Los mamarrachos de Pequita.
Eligió colores oscuros y luego los escondió detrás de una cajonera
"También hay que observar
cuando los chicos pintan todo rojo, porque el rojo es interpretado como
sangre", sigue la especialista. "Haya o no penetración en los
abusos, por lo general esos niños tienen miedo de ser asesinados o que el
abusador lastime a alguien si ellos hablan. Cuando uno ve esos dibujos
suele decir 'qué desprolijo' o 'qué enchastre' pero, si uno los mira
bien, están representando el derramamiento de sangre, una escena del
crimen".
Rojo. Son las escenas
asociadas al “derramamiuento de sangre”
La especialista, que ha
escrito otros diez libros sobre el tema y ha colaborado en capacitaciones para
Unicef, describe otros detalles que pueden ser centinelas: "Dibujos
en los que haya pies muy extraños también pueden ser indicadores. También
hay que observar las chimeneas de las casas: es frecuente que un niño abusado
dibuje una casa con varias chimeneas de las que sale humo negro".
El sol, además, es otra figura
para observar. "Los chicos asocian el sol con el padre o la figura
masculina protectora. Cuando hay abuso sexual de un progenitor varón se refleja
en el sol. Lo más frecuente es ver que dibujan dos soles: un sol
brillante y un sol negro. A veces aparecen rodeados de muchas nubes y
las nubes son símbolos de problemas". Micaela hizo dos soles
mientras iba a jardín: le habían pedido que dibujara qué había hecho en las
vacaciones.
¿Basta con que aparezca algo de
todo esto en un dibujo para sospechar de un abuso sexual? "No.
Tiene que haber una sumatoria de factores para que amerite hacer una consulta. Primero
tienen que aparecer indicadores en muchos dibujos, no sólo en uno", cierra
López.
Micaela hizo estos dibujos en
la adolescencia. En el primero, su padre está sobre ella en su cama tapándole
la boca. En el siguiente, “no puedo dormir por el miedo de que el abuso vuelva
a ocurrir”. En el último, “él me preguntaba cómo estaba el agua cuando me
bañaba y se quedaba ahí”, mirándola desnuda.
El resto es observar: la
expresión facial y corporal del chico, el ánimo, el comportamiento y si está o
no "muy sexualizado". Es decir, puede ser normal que un chico de
13 años con acceso a Youtube dibuje genitales pero no que lo haga una
nena o un nene de 6 o 7 y además quiera, por ejemplo, tocar los pechos o apoyar
el pene en otras personas. "Hay que abrir los ojos. Esto pasa con
chicos de clase baja, media y alta. A veces, cuando una docente o un
adulto de la familia puede detectarlo, le salva la vida".
fuente:
infobae.com
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